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10 malos hábitos de conducción que están dañando tu Vehículo

Dejar la mano apoyada sobre el cambio, el pie sobre el embrague o apurar el depósito son costumbres perjudiciales para la mecánica.

Muchos conductores no se dan cuenta, pero realizan acciones cotidianas, asentadas por el paso de los años y reforzadas por esa a menudo equívoca cultura popular del automóvil, que pueden llegar a resultar perjudiciales para su coche.

Circular con el motor demasiado bajo de revoluciones, apurar el depósito al límite o dejar la mano apoyada sobre el pomo del cambio o el pie sobre el pedal de embrague, aparte de poner punto muerto para gastar menos, son todos ellos errores que conviene evitar.  Y es que a la larga pueden traer complicaciones que pasan factura al vehículo y al bolsillo. Estas son algunas de las manías que deberían abandonarse.

Apurar el depósito de combustible

Esperar a que se ilumine el testigo de la reserva para repostar no es una buena idea: lo correcto es acudir a la gasolinera cuando quede aproximadamente un cuarto de depósito. 

Al apurar hasta el último litro, la bomba de inyección puede verse comprometida: al estar sumergida en el tanque, si el nivel de combustible es bajo, puede absorber aire, en lugar de carburante, y su duración y buen funcionamiento pueden verse comprometidos.

Además, y especialmente en autos antiguos, tampoco hay que agotarlo porque las impurezas acumuladas en el fondo del depósito pueden llegar hasta el motor. Algunas son retenidas por el filtro de combustible, pero otras pueden terminar en el propulsor, ocasionando que se ensucie y, por tanto, afectando a sus prestaciones y consumo. 

Mover el volante hasta el tope, e insistir

En las maniobras de aparcamiento, es habitual girar el volante hasta un tope y otro. Pero conviene evitar llegar a ese tope, y sobre todo no insistir, porque sufren tanto la bomba de la dirección asistida como la cremallera de dirección.

Si al hacerlo se escucha además un ruido extraño, sería recomendable acudir a un taller para que revisen el sistema. 

Esperar con una marcha engranada

El embrague es una pieza que tiene una duración limitada, aunque bien utilizado puede durar casi lo mismo que el coche. Hay conductas que son innecesarias y acortan su vida, como tener una marcha engranada con el coche parado, en un semáforo o atasco. En estos casos es mejor poner punto muerto. 

Circular con el pie izquierdo sobre el pedal del embrague puede acelerar también su desgaste, debido a que podría desconectarse ligeramente del motor, en lugar de tener un acoplamiento perfecto, y rozar en partes que no están preparadas para ello.

Conducir a la velocidad adecuada

A altas velocidades, o practicando una conducción deportiva, todo el coche sufre más y sus componentes, lógicamente, durarán menos.

Pero circular a un ritmo excesivamente lento puede ser también perjudicial. Rodar en marchas muy largas y con el motor muy bajo de revoluciones puede afectar a su longevidad, porque no se alcanzan las temperaturas óptimas de funcionamiento y el propulsor puede acumular suciedad, ya que no se beneficia de un flujo de gases de escape a cierta velocidad y mucho calor que vayan arrastrando las impurezas a su paso. El efecto es similar al de los hornos pirolíticos. 

La válvula EGR, que llevan los modelos con turbo, de gasolina y gasóleo, también pueden verse afectada al circular con el motor muy poco revolucionado, e incluso el catalizador, por el mismo motivo de un flujo de escape demasiado frío o lento, puede asimismo sufrir consecuencias. Y ambas reparaciones son de las caras. 

Punto muerto en las bajadas

Otro error habitual. Muchos conductores justifican esta conducta por el supuesto ahorro de combustible que produce, pero no es así. Si se levanta el pie del acelerador y se deja una marcha engranada, el coche no consumirá, porque son las ruedas, con su movimiento, las que mantienen en marcha la transmisión  y el motor. Si se pone punto muerto, en cambio, el coche entiende que se está al ralentí y, aunque en cuantías mínimas, hace que la inyección envíe carburante al motor. 

Es muy fácil de comprobar: haz una cosa y la otra y mira en el ordenador de viaje del coche. Con una marcha metida marcará cero,  y en punto muerto indicará algunas décimas de consuno.  

Además de por eficiencia, no es recomendable rodar en punto muerto tampoco por seguridad, porque se pierde control sobre el coche y capacidad de reacción ante imprevistos. 

Apoyar la mano sobre la palanca de cambios

Llevar colocada la mano sobre la palanca puede provocar desgastes prematuros de distintos elementos, como el varillaje del cambio, que conecta la palanca con los engranajes de la caja de cambios. Y si se hace frecuentemente, las marchas pueden empezar a no entrar como deberían.

Tampoco hay que olvidar que no tener las manos colocadas sobre el volante al circular es peligroso, puesto que no se puede maniobrar con seguridad en todo momento.

Golpear los bordillos al estacionar

Por mucha prisa que se tenga, en las maniobras de estacionamiento hay que ser lo más delicado posible. El objetivo es no impactar con el neumático en el bordillo. Los coches modernos tienden a llevar ruedas con muy poco perfil, y basta un roce mal dado para que exista riesgo de rajarse.

Tampoco es bueno dejar una rueda subida sobre el bordillo: se fuerza la estructura interna y pueden aparecer bultos u otras deformaciones.

Cargar el coche en exceso

Nunca hay que sobrepasar el peso máximo homologado de carga de un vehículo (Masa Máxima Autorizada (MMA) en la ficha técnica). Si se hace frecuentemente, los neumáticos, la suspensión, el sistema de frenado y el motor sufrirán las consecuencias.

Conducir con los neumáticos con la presión baja

Una presión baja tiene impacto en el vehículo: aumenta el consumo de combustible y los neumáticos se desgastan más rápidamente, en especial en la zona de los flancos y los laterales, con lo que la vida útil se acortará. El riesgo de sufrir un reventón inesperado también será mayor.

Una presión demasiado alta tampoco es buena, porque se pierde superficie de contacto y, en casos extremos, puede llegar a afectar a la estabilidad del vehículo.

Poner siempre la presión indicada por el fabricante (se mira en el manual del coche, en la tapa del depósito o en el interior del umbral de las puertas) e incrementarla dos décimas si los neumáticos están calientes.

No realizar el mantenimiento adecuado

Los fabricantes indican la periodicidad con la que hay que pasar por el taller para completar las pertinentes revisiones de mantenimiento, ya sea por tiempo o por kilometraje. No hacerlo supone obviar operaciones imprescindibles para el adecuado funcionamiento del coche –como el cambio de aceite o de filtros- y exponerse a no saber el nivel de desgaste de algunas piezas, acabando con una avería evitable. 

Además, si el coche está en garantía es obligatorio pasar estas revisiones de mantenimiento para conservarla.

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